sábado, 18 de junio de 2016

Rebeca (1940)

«Anoche soñé que volvía a Manderley»
Con esta frase, ya mítica en la historia del cine, comienza para mí la primera obra maestra de Sir Alfred Hitchcock.
Fue su primera película americana, pero tanto por argumento, ambientación, actores, equipo, autora de la novela, etc… Podemos hablar, en términos artísticos, de una obra británica.
Su productor, el mítico David O. Selznick, precursor de películas como Lo que el viento se llevó y descubridor de estrellas como Ingrid Bergman, Fred Astaire y Katharine Hepburn, compró la novela homónima de Daphne du Maurier (autora de "Los pájaros" entre otros) por la astronómica cantidad de 50.000 dólares. Hitchcock, desde Inglaterra, también estuvo interesado en la novela, pero no pudo llegar a las cantidades monetarias de Selznick, así que inició un proyecto para una película sobre el hundimiento del Titanic (No puedo imaginar que hubiera salido de ahí). Este proyecto ni siquiera se empezó, porque Selznick contrató a Hitchcock para dirigir Rebeca.
Relación de Rebeca con otras obras.
Cuando veo Rebeca no puedo dejar de relacionarla con "Ciudadano Kane", estrenada un año después. Sé que parece osado comparar ambas películas, pero hay algunos puntos comunes.
En las dos tenemos un edificio como protagonista, Manderley en Rebeca y Xanadú en Ciudadano Kane, además, ambas mansiones son mostradas de forma similar, al inicio de la película, con un ambiente tétrico y crepuscular.
Manderley (Rebeca)
Xanadú (Ciudadano Kane)







Otra característica similar es la construcción de un personaje protagonista a través de las descripciones de otros personajes. En Ciudadano Kane vamos conociendo a Charles Foster Kane por medio de entrevistas que hacen los periodistas de investigación a personas de su entorno. En Rebeca, este recurso es más extremo, puesto que Rebeca ni aparece en pantalla, nunca la vemos, pero está igual de presente que cualquier otro personaje.
Volviendo a las mansiones, en las dos películas se utiliza la grandeza arquitectónica para subrayar la soledad de los protagonistas. Fontaine no es aceptada como señora de Winters por el resto de habitantes de la casa y esto la deja en una situación de soledad incrementada por la grandeza de Manderley. Charles Foster Kane, a pesar de su fortuna, es un hombre sin amigos y solitario, que vive en una mansión fría como Xanadú. 
Otra característica similar el la forma ceremoniosa de cerrar el argumento. El recuerdo de ambos protagonistas es consumido por el fuego purificador. En Rebeca arde Manderley, símbolo del sufrimiento de Fontaine como sustituta de la señora de Winters (Rebecca). En ciudadano Kane arde el trineo Rosebud, único recuerdo de la infancia de Foster Kane, símbolo de la inocencia perdida.
La cama de Rebeca entre llamas
El trineo de Kane consumido por el fuego
Joan Fontaine y su cuento de princesas
Todos conocemos los cuentos de princesas en los que hay una joven humilde, un príncipe soltero con un gran castillo y una malvada bruja o madrastra. Pues bien, el argumento de Rebeca está basado claramente en estos cuentos populares, Hitchcock lo sabe y parodia este tipo de historias.
En la primera parte de Rebeca, nos encontramos con Joan Fontaine  ("joven humilde e inocente") en un hotel de Montecarlo, donde trabaja como dama acompañante para la señora Van Hopper (la mala "madrastra"). Fontaine se enamora de un noble viudo que se hospeda en el mismo hotel,  'Maxim' de Winter ("Príncipe encantador").
Veamos a Fontaine bailando con su "príncipe". Su cara refleja la ensoñación del cuento de princesas que esta viviendo; después vemos un detalle de cómo Hitchcock mimaba a sus actrices con la cámara, cómo las rodaba entre sábanas maravillosamente bien.


En el lado opuesto tenemos a la jefa de Fontaine, la señora Van Hopper ("la madrastra") una señora despreciable con la cortesía en público de una mujer de su estatus, pero que en realidad es un ser repugnante, como vemos en este extraordinario inserto, en el que sobran las palabras. Hitchcock era el rey de estos recursos cinematográficos, que ayudan a desarrollar un personaje sin utilizar guión alguno, lo que el llamaba el "cine puro". ¿Habrá algo más asqueroso que apagar una colilla en un bote de crema?



Veamos cómo Maxim de Winter pide la mano de Fontaine (nombro siempre el apellido de la actriz porque el nombre del personaje al que interpreta en ningún momento se dice en la película, supongo que para subrayar su insignificancia). Esta petición de mano no es, ni mucho menos, como los cuentos de princesas nos tienen acostumbrados. Esta petición de mano es de las más cutres y precipitadas que he visto, y a esto me refiero con que Hitchcock parodiaba los cuentos de princesas, en los que toda situación era idílica y perfecta. En Rebeca, en cambio, todo es más desmañado.
Este pedida de mano esta incluida en una gran secuencia de suspense, una muestra más de lo que era Hitchcock, y es que de cualquier situación cotidiana podía sacar ese suspense y tener al espectador pendiente de la pantalla. Pues bien,  tenemos a Joan Fontaine manteniendo un romance secreto con el noble Maxim de Winters a espaldas de la despreciable señora Van Hopper, su jefa, pero de repente la hija de ésta anuncia por carta su casamiento, por lo que deben de ir a Nueva York lo más rápido posible. Fontaine tiene que comunicar su marcha rápidamente a su enamorado, pero no lo encuentra, por lo que Hitchcock genera una situación angustiosa, con el angustioso desenlace de si los enamorados se podrán despedir o no, para después calibrarlo con un pequeño toque de humor.
La pedida de mano se da desde el cuarto de baño y a voces (a partir del minuto 03:00).



Veamos otras parodias. Primero la boda, que no creo que sea como Fontaine se la imaginaba cuando leía cuentos de pequeña, y después, una vez casados, la llegada a Manderley de los señores de Winters. El recibimiento de los criados es algo vergonzoso y, por cierto, no llueve por casualidad. Fontaine, mojada y encogida, se muestra más vulnerable; para colmo se le cae un guante y se agacha a recogerlo, algo impensable para una señora de Winters.
En esta escena aparece por primera vez un personaje clave en la película, la señora Danvers ("la bruja mala"), ama de llaves de Manderley y enemiga de Fontaine, puesto que no acepta la muerte de su antigua señora, Rebeca, y mucho menos la suplantación de ésta por Fontaine. La señora Danvers no anda, levita, además aparece de repente y sin hacer ruido, como los fantasmas.





La presencia de Rebeca
Fontaine no se adapta a la casa ni a la vida que debe ejercer como Señora de Winters. Además, la presencia de la difunta Rebeca es constante, todos la recuerdan como alguien excepcional, todo está marcado con la R de Rebeca. La personalidad de Fontaine es engullida por la poderosa personalidad de Rebeca, que al fin y al cabo no es más que una muerta.
Aquí tenemos otra arista de la historia, cómo una mujer difunta como Rebeca se puede interponer en una relación amorosa como la de Fontaine y Max de Winters. Fontaine es ya la nueva señora de la casa, pero la anterior esta omnipresente. 
Veamos la escena y fijaos en cómo aparece y camina la señora Danvers. Es un alma en vida.


Una de las escenas en la que sentimos una mayor presencia de Rebeca es en la Fontaine entra a la habitación de la difunta y la señora Danvers aparece de manera fantasmal. Entonces el ama de llaves comienza a recordar cómo peinaba a Rebeca, cómo la arropaba, muestra a Fontaine sus vestidos, todo con un cuidado y un amor demente. 
Esta escena creo que es la más personal de Hitchcock en la película. Cuando Danvers toca las telas de Rebeca es como si estuviera acariciando a la difunta, y podemos ver esa obsesión buñueliana, tema recurrente en otra película del director como "Vértigo", aunque ésta va mas lejos aún.
También podemos deducir que la señora Danvers estuvo enamorada de Rebecca de una manera enfermiza, y que este amor quizá no fuera correspondido. El recuerdo la martiriza y se pasea por la mansión como un alma en pena (no tiene ni un solo gesto facial); odia a Fontaine por suplantar a su señora Rebeca.



La señora Danvers aconseja a Fontaine que se disfrace para la fiesta con un vestido de una antepasada de la familia De Winters que ven en un gran cuadro en el salón. Según la ama de llaves será una grata sorpresa para su esposo Maxim.
Fontaine se viste como lo hizo Rebeca, de cierto modo Fontaine quiere suplantar a Rebeca para encantar a su enamorado. Hitchcock ya tenía en la cabeza esa idea, que luego desarrolló y plasmó de manera virtuosa en "Vértigo". Al final de la escena vemos el odio de la señora Danvers y cómo incita al suicidio a Fontaine.




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